jueves, 20 de enero de 2011

Olvido

Retumba una voz por todo el interior de mi cuerpo, por cada órgano, por cada esquina, por cada hueco. Siento su eco. Lo oigo a todas horas. Es lógico, cuando hay vacio. Del mismo modo, cuando llegas a la cima de la montaña y apenas sin fuerzas, sacas todo lo que queda en ti, ayudándote con un grito desmesurado. Así, es cuando hablan las montañas. Así, es como despiertan las flores. De este modo, es cuando mi felicidad decide dejarme tirada a merced de la desesperación. Esa que no repara en ti.

Deshidratándome, sigo jugando a ver lo que nadie ve en todo lo que se me pone delante. Es divertido analizar cada razón por las que sigo sintiéndome así. Trato de resistir la tentación, pero finalmente mi fuerza de voluntad se va al traste. Cansada de repetirme continuamente que, quien busca siempre halla, noto casi sin dudarlo, que se masca la tragedia.

Inminentemente me encuentro al borde de un precipicio, en el que me dispongo a saltar aterrizando de manera limpia y perfecta, sin un rasguño. Pero en un pequeño despiste me veo rodando pendiente abajo, se va desgarrando mi ropa, se va despeinando mi melena y poco a poco, voy sintiendo como se me clava cada piedra en el corazón. Una vez abajo exhausta y dolorida, me quedo bocarriba mirando el cielo. No es un cielo oscuro, no llueve, ni siquiera hay nubes. Hay un sol enorme y brillante que hace que mis ojos desperdicien miles de lágrimas. Ya puestos, sigo llorando. Porque más que todas las heridas de mi cuerpo, lo que me duele es verlo todo tan vivo y radiante, mientras yo he caído y me encuentro con un pie en el olvido.



2 comentarios:

  1. Hay hija...a ver si nos pones algo un poco más alegre!

    ResponderEliminar
  2. ya lo sé carlos pero es que normalmente cuando escribo es porque estoy triste...pero bueno ahora tengo entre manos algo (nada triste xd) y que puede que te guste pero..aun esta en proceso muakkk!

    ResponderEliminar