Siento que me falta el aire, como
si un puño estuviera apretando con toda su rabia mi pequeño corazón maltrecho…
Son los malditos recuerdos los
que se encargan a cada media hora de pasarse por mi mente, mis ojos, mis
sentidos, recordando que ahí están y haciendo hincapié dónde más duele.
Maldigo mil veces esos recuerdos,
que los arropa esa aura brillante y luminosa, y que hacen darte cuenta de lo
jilipollas que has llegado a ser tiempo atrás, pero sin embargo, estabas tan
absorbida por el decorado tan cuidadosamente preparado como también por las
palabras que lo apoyaban. Esas palabras que a día de hoy me queman por dentro a
modo de chupito. Un chupito que no digiero.
Y yo imagino…pienso…rompo el
equilibrio que me estabiliza en los días, las semanas y los meses que me
adelantan mirándome con superioridad. Intento alcanzarlos para preguntarles
¿porqué ese rencor y ese odio?, pero cuando me aproximo y lanzo la pregunta; se
giran, me miran y aceleran el paso de repente, como si el miedo los llevara a
actuar así. Todos actúan así, y cuando cogen demasiada ventaja es cuando me
siento sola. Miro a mí alrededor y nada. No hay absolutamente nada. Y así…todo
deja de tener sentido, recobra cada vez más fuerza la nostalgia de tiempos
mejores. Mientras veo como mi vida desaparece por el desagüe del tiempo.