martes, 12 de junio de 2012

malditos recuerdos


Siento que me falta el aire, como si un puño estuviera apretando con toda su rabia mi pequeño corazón maltrecho…
Son los malditos recuerdos los que se encargan a cada media hora de pasarse por mi mente, mis ojos, mis sentidos, recordando que ahí están y haciendo hincapié dónde más duele.
Maldigo mil veces esos recuerdos, que los arropa esa aura brillante y luminosa, y que hacen darte cuenta de lo jilipollas que has llegado a ser tiempo atrás, pero sin embargo, estabas tan absorbida por el decorado tan cuidadosamente preparado como también por las palabras que lo apoyaban. Esas palabras que a día de hoy me queman por dentro a modo de chupito. Un chupito que no digiero.
Y yo imagino…pienso…rompo el equilibrio que me estabiliza en los días, las semanas y los meses que me adelantan mirándome con superioridad. Intento alcanzarlos para preguntarles ¿porqué ese rencor y ese odio?, pero cuando me aproximo y lanzo la pregunta; se giran, me miran y aceleran el paso de repente, como si el miedo los llevara a actuar así. Todos actúan así, y cuando cogen demasiada ventaja es cuando me siento sola. Miro a mí alrededor y nada. No hay absolutamente nada. Y así…todo deja de tener sentido, recobra cada vez más fuerza la nostalgia de tiempos mejores. Mientras veo como mi vida desaparece por el desagüe del tiempo.

Porque ante tal cosa siempre hay que contestar…


Rebuscando en el cajon de mis delirios nocturnos, encontré esto. Una respuesta sincera, ante todo, hacia una carta que vi por algun lugar de internet, escrita por alguien con poco corazón y mucha cobardia. Lógicamente, debia contestarle, porque creo que su carta nunca podrá ser la última palabra de ningún hombre en su sano juicio, así que ya añado yo el punto y final con dos pares de cojones.


PROVOCACIÓN:
Querida princesa:
Te escribo para decirte que no me esperes porque pueda que me entretenga con alguna bruja poligonera o quizás nunca llegue. Siento ser yo el que te de la mala noticia de que nuestro cuento tal vez no tenga un final feliz, así que mi consejo es: que te quites el vestido y los tacones, metas en una maleta unas docenas de sueños y un puñado de estrellas y te largues lejos a escribir tu propia historia porque es injusto que me esperes a mí. Yo seguiré buscándote, pero hasta que te encuentre ¿quién te prohíbe divertirte? Así que escribe tu propio cuento, de hadas o de brujas, y no pienses en el final, al fin y al cabo, siempre acabarás comiendo perdices.
Atentamente, tu Príncipe Azul.


RESPUESTA:
Querido príncipe azul:
Te escribo para decirte que tu tampoco te molestes en buscarme…al fin y al cabo nunca se te ha dado bien orientarte y por desgracia para ti, no tienes un sexto sentido como nosotras, así que no te esfuerces que yo seguramente también me entretenga con algún mariposón que acabe resultando un capullo. Me alegro de que seas tú el que me de la mala noticia, al menos te has dignado a dar alguna señal, ya que cara a cara nunca haces las cosas porque te cagas. Por lo tanto, mi consejo es: que no te quites el disfraz de príncipe porque así siempre tendrás a alguna zorra dispuesta a ofrecerte comida y cama, o, cama y comida, en este largo viaje de libre albedrio que llevas y, creo que es justo para mí que ni se te ocurra buscarme. Yo seguiré escribiendo mi cuento, mi novela de terror o mi película de suspense, no lo sé lo que me depara el camino, en cuanto a ti....todas sabemos como acaba tu historia de rompecorazones desgraciado, huy...se me ha escapado el final..., bueno al fin y al cabo, tu también tendrás que conformarte con las perdices porque nunca probarás la carne de yegua.
Atentamente, vete a la mierda
Firmado: princesa de quien me merezca


domingo, 3 de junio de 2012

Abre los ojos


DESPIERTA. Éste es el sitio. El país de las maravillas. 
Donde no hay príncipes azules, donde la vida es tan real que asusta. 
Donde a veces te sientes pequeña y otras, en cambio, creces de tal manera que tu cabeza llega a las nubes. 
El lugar perfecto donde la locura es la que guía tus impulsos. 
Donde no todo vale, pero se deja cierto espacio a la imaginación.
Donde tú creas, inventas, aprendes y creces. Ese mundo paralelo que cuestiona lo incuestionable.
Donde el tiempo queda olvidado en el rincón de los inventos fallidos del hombre. 
Donde no importa lo que sientas porque siempre habrá alguien que lo tendrá en cuenta. 
Donde el dolor es signo de victoria y no de derrota. 
Donde las personas se muestran tal y como son, como diamantes en bruto y no como copias falsas baratas. Donde la felicidad es el primer síntoma que recorre tú espalda y aflora en tu sonrisa. 
Donde los colores pintan cada paso que das y no se tornan grises jamás. 
Donde la transparencia emana de los brotes de agua que huyen de las piedras y no desembocan en mares muertos. 


En definitiva, donde lo único que importa es la sensación que traen consigo los cambios de aire y las brisas que te envuelven, dejándote sin respiración por cada nuevo día que amanece.