jueves, 12 de enero de 2012

Aire, soñé por un momento que era..aire


Me siento sola. Como rascando una pared, llena de rabia, con mis propias uñas… para al fin, ver que no hay nadie que me escuche más allá de estas cuatro paredes, que me soportan día tras día.

En cuanto mi rabia y mis nervios desaparecen, caigo exhausta en el frio suelo. Me recojo entre mi propia vida, mi propio cuerpo.

Así, me encuentro con la barbilla incrustada en las rodillas, echa un ovillo de carne inerte, entrecruzando mis brazos y apretando tan fuerte con la punta de los dedos en mis piernas, como si quisiese dejar marca, con la espalda como única protección contra el exterior. Yo contra todo lo demás. Mis pensamientos contra el incesante flujo de información que me avasalla.

De ésta y no de otra, es la única forma con la que lo siento cerca. A él… ¿A quién si no?

El aire es ahora mismo lo único que nos une. Un aire formado de tantas cosas… de promesas que nunca se harán realidad, de besos extraviados, de olores perdidos, de abrazos enterrados y de sentimientos muertos.

Este aire que roza mi espalda, haciendo que el vello despierte pidiendo, al igual que un polluelo ansía, algo que llevarse a la boca. Este aire es el mismo que roza las demás espaldas de los seres que encuentra a su paso. Es el mismo que se cuela por las rendijas de dos personas antes de fundirse en una sola. Es el mismo que hace un tiempo me trataba con especial atención, era su niña predilecta. Era el que acompañaba mi pelo para enredarse con el suyo. Pero todo eso es pasado,…las cosas nunca vuelven a ser lo que eran. Dicen que tiempo pasado siempre fue mejor, y no lo dudo.

Me consuela saber que el aire que recorre mis entrañas, y exhalo como la última bocanada que me devolverá a la vida, ha chocado con las paredes de sus pulmones, ha silbado por cada rincón de sus pensamientos, ha ayudado a oxigenar y renovar cada una de las células que forma su cuerpo. Y sobre todo, ha soplado por encima de cada doblez que forma su cerebro, volviéndolo más inestable pero ofreciéndole un brillo especial a esos ojos que le acompañan.

Nunca sabes que aire estás respirando, son sus moléculas tan caprichosas… y son sus vientos tan impredecibles…

Según el día, puedes adivinar de dónde procede ese aire que ahora es tuyo, pero que antes tenía otro dueño, y cuando acabe esta frase, pasará a tener otro muy distinto o tal vez parecido. O quizás será preso del viento hasta ser un rico manjar para algún sauce llorón, que dispone a calmar sus sollozos con comida, y así alargar su pesimista existencia en la Tierra, al igual que una treintañera olvidada come helado a cucharadas, mientras mira películas de amor.

El aire cambia, así también cambia las situaciones y por ende, las personas.

Puedes diferenciar este cambio tan sutil, según del lugar del que proceda ese eterno soplido.

Cuando el aire era cálido, sabias con total seguridad que procedía del ardor de los desiertos, de esos sabios lugares abandonados. Tú lo sabías, porque traía consigo la paz interna, todo era calma entre los dos. Ese silencio que se formaba a nuestro alrededor y que bastaba para entender que no hacía falta nada más, que nos teníamos el uno al otro y lo demás, simplemente sobraba.

En cambio, cuando su procedencia era del norte, llegaba a nosotros un aire frío que contrastaba con el calor que desprendían nuestros cuerpos, obligándonos a sentirnos más cerca, piel con piel, para de nuevo subir la temperatura y contrarrestar lo malo que ese aire nos deparaba.

En definitiva, esto es por lo que después de tanto tiempo sigues viviendo en mí. No es por banales recuerdos, ni siquiera es por meras desilusiones que guardo bajo llave en mi hastiado corazón. Sino por ese aire que me llena y que sé, seguro, que está hecho de ti.

Ahora es, cuando comprendo que me va a ser imposible desprenderme de todo lo que tiene una etiqueta con tu nombre, pero lo acepto sin más.

Añadir, que nadie, ni siquiera tú, con desprecios, miradas vacías o viajes lejanos a otros mundos, podrá arrancarte de mí, y así será hasta el fin de nuestras vidas.

No compartimos el camino, pero si los suspiros que lanzamos al viento.