miércoles, 18 de abril de 2012

Soul is heavy...


Harta del vaivén del autobús, de un cuerpo sin alma, que no siente, que no toca, que no quiere conocer… Harta de miradas hostiles y de personas que no se merecen semejante calificativo.
Harta de escuchar palabras sin sentido, hablan pero no dicen, oyen pero no escuchan, miran pero no ven, tocan pero no sienten y huelen pero no recuerdan.
Seca está la última gota que se refugia en mi tintero, ya no tiene fuerza, se aferra a lo único que le da consuelo, protección, sentido.
A veces, me maltrato a conciencia,… voy haciendo relaciones con mi vida y las situaciones que me llegan, y que me sobrepasan,…sólo por notar la facilidad que tengo para derramar lágrimas que se perderán entre las nubes. Lagrimas que me bañaran una lluviosa tarde de Abril. ¿Es ésta la razón por la que me entristecen los días mojados? Tal vez.
Sin embargo, no hago nada. Está muy oscuro aquí dentro. Es una sensación extraña, hace un tiempo se me hacia relativamente fácil imaginar mi futuro, y ahora es mucho peor que una página en blanco, ni siquiera encuentro la libreta para poder empezar de nuevo.
Podría comprar otra, pero nunca he creído que el dinero solucione este tipo de cosas, sería como dejar de ser yo, algo que ha costado mucho construir, como tirar un edificio histórico para crear un complejo turístico. Ahí es dónde se pierde la historia, el sudor que muchas personas han derramado en ti, la de sacrificios que se han hecho y que a la gente, hoy en día, le cuesta muy poco olvidar. Ese olvido no siempre es bueno, te hace volver a tropezar, una y otra vez, con situaciones ya superadas. Es como renunciar al aprendizaje, a mostrarte curtida, a tener un bagaje para enfrentarte a nuevas situaciones, aunque eso signifique acabar pareciendo, una maldita piedra sin corazón a los ojos de los demás. Esos ojos que siempre miran, pero que por más que quieran nunca llegarán a ver, a entender que no todo son imágenes sin sentido.
No es mi día, ni mi año, pero tampoco mi vida.

.... No todos los ojos cerrados duermen, ni todos los ojos abiertos ven....

¿Madurez o aburrimiento?



Vacía, sin rumbo fijo, tirada en el muelle de cualquier puerto abandonado, a la deriva. Con la mirada perdida, sentada en un viejo banco de madera, escribo al mundo, pidiendo a gritos ahogados que no me olvide.
Noto el rumor que trae consigo la brisa que me mece en este insípido Abril. Intento sacar todo aquello que tengo dentro, pero se me hace imposible al no encontrar nada. Son tiempos raros los que vivo. Tiempos que vivo mi vida como un personaje secundario, quizás de relleno, un personaje que nunca será reconocido, del que no se distingue ni su propia sombra.
Nada me llena y todo me cansa. Me hablan los árboles, el sonido de sus ramas moviéndose con el viento, pero no los entiendo. Oigo distintos sonidos de pájaros que viven en ellos, pero tampoco los distingo. Me suenan a un grupo de cotorras, garzas y gorriones, o quizás loros, que intentan reírse a mi costa. Algo se mueve detrás de mí pero tampoco me importa.
Desconfió de todo el mundo y nada me cae en gracia. Las personas y sus tonterías me cansan demasiado, así que me encierro cada vez más en mi caparazón.
Dudo de si escogí el camino correcto, de si sigo hacia delante, de si coger uno u otro desvío, de si simular mi simpatía muerta o de si plantarme definitivamente. De lo que no dudo es de lo que digo, ya no pienso mil veces las cosas, las digo y punto. Así son. Así soy. Así me habéis convertido entre todos.
En realidad, ¿qué más da que me conozcan y se acuerden o no de mí? El verdadero problema está en mi interior. No me conozco ni me reconozco, no sé quién soy, a dónde voy… sólo sé que vagabundeo por el mundo y me encierro en mi cabeza, aunque ni ahí dentro estoy a salvo.
¿Será que estoy mutando?, que estoy cambiando con el paso de los días, ¿será esto ser mayor? ¡Pues vaya porquería! Ahora empiezo a entender el amargor de esos cuerpos adultos, como también los surcos que muestran sus caras. Esas actitudes que emanan desaliento y aceptación. Repetición de historias, que a mi parecer resultan estúpidas, mientras ellos pasean con cara de satisfacción por vivir semejantes pérdidas de tiempo. Un tiempo que no les es propio, que los domina a ellos, que la rutina les cae tan pesada que, ni siquiera pueden vivir sin ella. Yo no quiero eso. Quiero cambios, improvisación, locura sin razón aparente. Porque sí.
Me siento tan adulta que hasta me encanto con las obras que construyen, me paro a admirarlas, a imaginar su final. A imaginar el por qué se construyen mas pisos, cuando hay miles vacios y aún gente en la calle. ¡Qué cómico resulta todo! Todo desprende irracionalidad, mientras a las personas se las juzga cuando no son racionales.
Esto es lo único que mi mente puede crear, ya han desaparecido los sueños, las ilusiones, los chistes, las aventuras. Creo que nunca llegaré a acostumbrarme a esto,… me vacía por dentro y me seca las lágrimas que guardo.
Sin remedio, me tumbo en el banco para así aprovechar los últimos rallos de sol que me calientan. Se oyen pájaros, sigo sin distinguirlos, pero su melodía me atrapa hasta olvidarme por completo de lo que significa ser adulto i si debo unirme a ellos, o seguir encerrada en este cuerpo de niña que se niega a crecer.