Reír, saltar, llorar, amar,…pero
siempre con esas ganas de aprender que surgen en la infancia por los poros de
la piel.
Conocí a un niño con cuerpo de hombre, un hombre con corazón de niño. Un espíritu casi libre, una inocencia desaparecida, un soplo de aire a la vida. Un niño con las ideas tan claras que conseguía asustarte, un hombre con la imaginación tan viva que podía desmontar la realidad en un abrir y cerrar de ojos. Un niño que hablaba con las estrellas, que aullaba a la luna y que te hablaba con los ojos. Unos ojos que enseñaban más de lo que su boca podía decir, unos ojos que caminaban a duras penas por su cara. Esos ojos habían visto demasiado, y se notaba.
Conocí a un niño con cuerpo de hombre, un hombre con corazón de niño. Un espíritu casi libre, una inocencia desaparecida, un soplo de aire a la vida. Un niño con las ideas tan claras que conseguía asustarte, un hombre con la imaginación tan viva que podía desmontar la realidad en un abrir y cerrar de ojos. Un niño que hablaba con las estrellas, que aullaba a la luna y que te hablaba con los ojos. Unos ojos que enseñaban más de lo que su boca podía decir, unos ojos que caminaban a duras penas por su cara. Esos ojos habían visto demasiado, y se notaba.
Sueña como conseguir ese estado
que muchos anhelan y buscan sin sentido.
Sueña como enamorarse, como
despertar abrazado de calma, con caminar al compás de otra alma, con sentir que
vive por y para esa otra mente, entregando lo más bello de su persona.
Sueña sin contemplaciones con esa
sonrisa que lo envíe a otro mundo. Un mundo donde no existe la prisa, ni el
tiempo, donde el dinero se debilita y deja de tener sentido, solo vale ella.
Quiere hacer música con cada
parte de su cuerpo, inventar ritmos a través de besos estampados de cariño. Sus
ojos tristes te conducen a un paraíso inexplorado, a una historia real falta de
amor, a un trecho de vida perdida, a un salto al vacío, sin cuerda.
Una vida simple donde no deja
cabida a la ostentosidad. Una vida tranquila, felicidad en estado puro.
Su cabeza pide a gritos ahogados
enamorarse, pero su cuerpo no está por la labor. Su cuerpo disfruta de placer,
un placer superficial que no puede penetrar en lo más hondo de su ser, que no
espera continuidad y por el que nunca perdería el sueño.
Sólo está pendiente de algo que
no se busca sino que se encuentra. Pendiente de esa levadura que engordará su corazón.
Una levadura cuyas existencias parecen haberse agotado hace tiempo.
Conoce, niño, conoce y serás libre. Unas bonitas piernas no lo son todo, pronto se acaba, es mejor fijarse en quién hace que caminen, eso sí dura toda la vida.
Noto como te sangra el alma,
tranquilo. La soledad nos ayuda a conocernos mejor a nosotros mismos, conócete
niño, conócete mejor. La vanidad no está en tus planes y huyes de tu alrededor.
Corre, camina y date la vuelta. ¿No lo sientes? Estoy ahí, consigue verlo y
todo funcionará, cogerá el sentido que le confiere y te aliviará. Te sentirás
más ágil, renacerá tu mente, caminará tu cuerpo, volverá a sentir tu alma. Deja
de sangrar y llenar lagos estancados. Tu vida empieza aquí, la vida que
necesitas, la que buscas, la que no encuentras.
Ven niño, déjate llevar, vamos a
jugar entre las nubes. Vamos a construir puentes con flores de algodón, vamos a
inundar de cielo los ríos, vamos a coser colores en los rayos de sol, vamos a
inventar historias que vuelen libres, vamos a huir de todo aquello que haya
inventado el hombre, vamos a tratar de soñar la realidad que merecemos, vamos a
teñir de atardecer todos los días nublados y beberemos vida de las estrellas
que iluminan las noches claras.
---Conocí un corazón que nació adulto, y al crecer, se fue volviendo niño---
---Conocí un corazón que nació adulto, y al crecer, se fue volviendo niño---
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