martes, 4 de septiembre de 2012

Algo pasa aquí...


¿Justicia social? ¿Cuándo? ¿Derechos? ¿Para quién? ¿Libertad? ¿Hacia qué? ¿Democracia? ¿Real?
Quién se atreve a usar semejantes apelativos a algo que no existe… profanación vulgar de las palabras…obscenas mentes que destruyen el arte del habla…infinitas mentiras destructoras…infinito dolor mezquino…desde el natural hasta el propio humano, siendo éste último el más valorado por encima de todo, considerándose una aberración atentar contra él y obviando lo que estaba antes en esta tierra que pisamos sin descanso.
Revienta dentro de mí, a modo de burbujitas de plástico, estallando en un eco profundo…sin fin, cuando oigo hablar sobre ello.
Se ciegan mis ojos cuando encuentran letras que se juntan a mala ostia doliéndome el pecho entreabierto entre tanta locura.
Serpentean las letras en mis oídos repicando con furia en mi estropeado timpano de mimbre.
Lloriquean las silabas perdidas por no encontrar refugio detrás de comas o puntos.
Sienten el insulto de su ímpetu las exclamaciones altaneras.
Rezuman incandescentes los verbos masticados que usan.
Inquietan los adjetivos sin sentido que aplican.
Estorban las jergas que enganchan las vocales cansadas.
Rompen el preciado silencio las preguntas ignorantes que se lanzan al vacio, sin tregua.
Aúllan contra su afonía los imbéciles charlatanes que se encuentran en cada esquina.
Pisan sin compasión el vocabulario inventado para otro fin.
Rechistan cuando no encuentran claridad a lo que sale por sus bocas.
Imponen intereses propios a millones de almas desencantadas con la vida.
Resucitan perdones asfixiados de entre las cenizas de alguna catástrofe.
Bañan los textos insípidos de fragancias agrias y podridas.
Surgen alergias que tropiezan a la orilla de otros pueblos.
Todos somos culpables del terror que se avecina, todos nos acobardamos cuando el viento silba desafinado, todos escondemos la cabeza cuando llueve y todos, absolutamente todos, detestamos las mismas cosas. Pero claro, ¿quién iba a dar su brazo a torcer?
Los imbéciles siempre serán imbéciles, tanto para bien como para mal. La solución está muy lejos de esta vida, y probablemente de otras siete más.

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