miércoles, 17 de octubre de 2012

Todo y nada

Como si nada pasara y de nada se tratase me miento. Así estoy bien me intento convencer. Pasan los días, algunos más, algunos menos, pero te pienso. Y no pasa nada. Todo sigue su curso. Nuestros cauces sólo se juntan por casualidad o quizás por azar, muy poca intención. Pero todo sigue. Amanece, y nada. Atardece, y menos que nada. Anochece, y nada de nada.


Sólo cuando chocamos, cuando nos juntamos, cuando la noche nos confunde, cuando el silencio es la única forma de comunicación, cuando el viento nos mece en abrazos y aromas cálidos, cuando las paredes nos esconden del mundo, cuando el sudor se mezcla para formar uno nuevo, cuando el sonido se cuela por los pocos espacios que aún quedan entre nosotros, entonces, es ahí cuando el todo llega. Todo cobra un sentido especial. La nada se evapora sin querer. Ahí fluye. Fluye una vida, dos, quizás tres. Pero se consume, todo se consume. Nada dura para siempre y el todo es demasiado para tan poca vida. 

                           Quizás estábamos a nada de serlo todo...

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