Sólo cuando chocamos, cuando nos
juntamos, cuando la noche nos confunde, cuando el silencio es la única forma de
comunicación, cuando el viento nos mece en abrazos y aromas cálidos, cuando las
paredes nos esconden del mundo, cuando el sudor se mezcla para formar uno
nuevo, cuando el sonido se cuela por los pocos espacios que aún quedan entre
nosotros, entonces, es ahí cuando el todo llega. Todo cobra un sentido especial.
La nada se evapora sin querer. Ahí fluye. Fluye una vida, dos, quizás tres.
Pero se consume, todo se consume. Nada dura para siempre y el todo es demasiado
para tan poca vida.
Quizás estábamos a nada de serlo todo...
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