viernes, 1 de marzo de 2013

¡Oh la humanidad!

¡Oh la humanidad! Qué poco sentido tiene esa palabra para la vida en todas las formas que presenta.
¿Qué sentido tiene la vida? En esta pregunta se plantean varias cuestiones antes de poder responderla…A mi me surgen rápidamente algunas de ellas, quizás no las más importantes, quizás no son tampoco las más indicadas, ni siquiera serán las que tú habías pensado. Pero eso no importa, no importa. Lo que aquí importa es la esencia de esa palabra que hemos inventado, esa palabra que describe todo y a la vez nada, esa palabra que juega con cada parte de nosotros y a la vez con nadie. ¿Qué es la vida? ¿De qué vida estamos hablando? Yo os voy a responder... a la nuestra. Sólo a la nuestra. Siempre nosotros. Yo. Él. Nuestra vida. Nuestro mundo. Nuestras tonterías. Es curioso, cada vez que veo frases que pretenden guiar nuestros pasos, darnos consejos sobre qué debemos hacer o cuál es la mejor manera de sobrellevar los tormentos del día a día me entran ganas de vomitar. Sobre todo cuando veo cosas del calibre de:

“Vive la vida”
“Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio”
“Deja de pensar en la vida y resuélvete a vivirla”
“La vida hay que vivirla que son tres días y uno lo pasamos durmiendo”.

----- BAZOFIA DE LA PALABRA Y LA DIALECTICA--------

Aquí vuelvo a plantear lo mismo… ¿Te estás refiriendo a tu frustrada vida sinsentido? Creo que la vida es algo mucho más general, algo que se escapa a nuestra dialéctica y a nuestro afán por describirlo y, poner etiquetas y nombres a todo. La vida no se refiere a ti, ni a mí, ni a nosotros. La vida es todo, es todo lo que pasa mientras tú duermes, mientras tú estás despierto intentando aprovecharla, mientras mueres, mientras no estás. La vida eres tú, yo, tu familia, las familias de los demás, los pueblos, los animales, las plantas, los árboles milenarios, los arboles no tan milenarios, los ríos, los mares, las montañas, el viento, el sol, el calor, el frío, los caminos, los frutos, los sonidos, la lluvia, las olores, las vistas, las sensaciones, los abismos, el horizonte, la luna, las nubes, los insectos, el silencio.

Aún y así, creo que algo anda mal. La única forma que conoce el ser humano para aprovechar la vida es contradictoria con la idea misma de vida. Para vivir destruimos. Mientras vivimos destruimos. Para morir destruimos. Sólo hemos venido a ella para destruir. Somos un fracaso como especie. Me entristece decir esto, porque formo parte de esta destrucción, pero así es y así lo cuento.
A veces me sobrecoge un sentimiento interior que me pone los pelos de punta al pensar en dicha destrucción, la que sin querer estoy causando al mundo, a la vida. Intento pensar distintas posibilidades para creerme que puedo jugar a romper ese juego que no va conmigo y en el que ya no me apetece jugar, pero es inútil.
Pienso en no hacer nada que pueda perturbar ese equilibrio que hace tiempo rompimos sin ningún tipo de escrúpulo. Quizás si me quedara tumbada aquí mismo sin moverme, podría parar esa destrucción por mi parte. Porque obvio no puedo controlar todo lo demás, pero si lo mío, mi situación y mi elección. Así que me pongo a ello. No te muevas me digo. Contente. Respira suave, no gastes el aire todo de una vez. Pero es imposible. Sigo destruyendo.
Estoy tumbada en una cama. Esa cama está hecha con madera extraída sin piedad de algún bosque, si es que aún hay signos de que algún día en ese lugar existió un bosque verde, con vida. Estoy respirando poco a poco, pero respirando al fin y al cabo. Estoy consumiendo oxigeno, dejando menos para la demás vida que existe. Destruyo. No doy opción a otras vidas. Sólo importa que pueda seguir respirando. Algunos dirían que estoy intentando sobrevivir, que es cuestión de supervivencia. Yo digo que esos “algunos” seguramente sean como yo, humanos. Humanos muy poco humanos seguramente.
Sigo tumbada respirando. Estoy vestida. Visto una ropa; calcetines, pantalones, camiseta, jersey, ropa interior,… Antes era vida. Era naturaleza, eran plantas, eran animales, eran sonidos, eran,…Ahora ropa. Sólo ropa. Antes y ahora destrucción.
La mujer. ¡Qué bonito ser mujer! ¡Qué gran cargo de conciencia! Ser mujer es lo mejor que te puede pasar en la vida, te dirán. Es increíble lo que cambia la vida cuando das a luz, escucharás. ¡Y qué gran razón tienen! Cambian muchísimas cosas. Ya no es sólo destrucción sino doble destrucción. La mujer es peor que el hombre. Es vida y muerte al mismo tiempo. Es la que da vida al ser humano, es la que quita vida a todo lo que ese bastardo tocará.
Muy bien. Estoy tumbada, respirando, vestida, sin moverme lo más mínimo, sin crear muerte a la vida. Huelo bien. Estoy limpia. Seguramente por la ducha de hace un rato. Una ducha bañada de destrucción. Toda yo huelo a destrucción. Champú, destrucción. Perfume, destrucción. Productos químicos, destrucción. Energía, destrucción. Bomba de agua, destrucción. Calentador, destrucción. Una destrucción que huele bien, que sabe bien, que te hace querer seguir destruyendo una y otra vez. Olores ficticios, poco naturales. Nuestra mente almacena olores, falsos olores. Olores creados por nosotros imitando la naturaleza. Una muy mala imitación, claro.
Colonias de fresa que no huelen a fresa… ¿A qué huelen las fresas? A esa colonia no. Seguro que no.
Gel de coco. ¿De verdad os creéis que huele así el coco natural?... Destruimos y destruimos nuestra realidad. La cambiamos a nuestro antojo, crecimos con ello y así es el coco. Cuando realmente vas a una isla tropical, encuentras un coco y lo hueles, te desanimas. Te sientes engañada, y no por nosotros o por los fabricantes de líquidos con olores, sino te sientas engañada por la naturaleza. ¡Por ella! Y prefieres seguir oliendo el coco que no es coco. El coco falso. Como toda nuestra vida. Como todos tus problemas. Como todos tus antojos e idioteces.

Así lo hacemos todo. Así lo vemos todo. Así pasa que, cuanta más vida para nosotros menos vida para todo lo demás, incluso para las cosas que nosotros mismos creamos, incluso para nosotros mismos. Destrucción mires donde mires. Muerte a la vida que sólo provoca muertes porque no se soporta ni ella misma. Triste recorrido.
¿Y nuestra historia? Qué decir,… más que no podemos sentirnos orgullosos. Nuestra historia sólo es la historia del final de la vida. No la nuestra, repito, sino la vida como esencia. Pasa el tiempo, la vida, las vidas, y menos cosas quedan y más destrucción nace. ¿Qué hará el ser humano cuando ya no quede nada para destruir? ¿Se sentirá impotente? Morirá de esa impotencia. Morirá la vida que mata y destruye. Morirá la muerte, se encontrarán de cara y veremos quién gana la batalla, si la vida, la muerte o la muerte en vida que nos persigue.

...........................................¡Oh la humanidad!.............................................


 ¿Sabes qué es la vida? Es esa que entre todos la matamos y ella sola se murió.

2 comentarios: